lunes, 4 de mayo de 2009

Capaz

Hace menos de 1 minuto me declaré en huelga, pero he decidido comparecer ante vosotros en este, si se puede llamar, recinto, para hablar de "capaz". Cuántos de nosotros hemos usado ese vocablo para dejar abierta la puerta ante la posibilidad de que no se nos cante hacer una cosa. Hay un montón de palabras o frases que sirven para mitigar un enunciado y no comprometerse: quizá, tal vez, en una de esas, quién te dice, podría, por qué no, el día que las vacas vuelen lo haría (o no). Pero lo que tiene de especial el "capaz", es que últimamente -bah, ya no es tan nueva- se usa con otra connotación: en criollo, "ni en pedo". Por ejemplo, cuando le pedís al colectivero cambio y te responde con un "capaz". ¿Vieron qué denso que es leer algo que sabe todo el mundo o tener que explicarle a tu vieja cómo mandar un mail? Bueno, por ese motivo me voy a abstener de dar mayores explicaciones y pasar a mejor vida.

Saludos lingüísticos,

Ana

miércoles, 11 de febrero de 2009

¿Podés entender?

Algunos podrán decir que el diseño que elegí para mi nuevo blog es minimalista. Otros, despojado. Yo me quedo con la descripción de Blogger: mínimo. Mi ánimo detrás de esta elección es distraer lo menos posible a los lectores de las palabras. Esas palabras que, sin quererlo, incomodan, o simplemente asustan. Hoy escuché a alguien decir: "¿Podés entender?" y me volvieron las ganas de escribir.

Inmediatamente me vinieron a la cabeza otras alternativas: "¿entendés?" (la más parecida a "you know", aunque no parecería funcionar como muletilla tan frecuente en castellano), "¿entienden?" (la maestra de escuela que poco se preocupa si sus alumnos realmente entienden), o "¿sabés de qué te hablo?" (¡puaj, calco!).

Sin embargo, "¿podés entender?" tiene una intención mucho más vil, hasta diría cruel. Poner en duda la capacidad de raciocinio del otro es muy violento. La persona que dice eso tiene que saber el impacto que causa en el interlocutor el verbo "poder". Quizá ni lo noten, pero creo que a nivel inconsciente hay un deseo irrefrenable de hacer sentir al otro como un subnormal.